Ella estaba allí postrada en esa cama y con su fina piel más pálida de lo normal, su cabello rubio estaba aplastado y mojado por el sudor y la calor. No despertaba, yo le cogía delicada mente de la mano, como si la vida se me fuese en ello, como si al soltarla muriese automaticamente. Aunque he de admitir que cuando tenia que dejar que se la llevaran para hacerle pruebas me costaba dejarla ir, supongo que por que nos habíamos criado juntas y la quería como a mi hermana.
Supongo que porque se me hacia imposible imaginar que ella ya no iba a estar más conmigo que ya no iba a dedicarme más su preciosa sonrisa y cuidarme aunque yo sea la mayor por apenas un mes.
No podía dejarla ir, no, todavía no estaba preparada para perderla, la quería, diablos era mi hermanita! Mi hermana pequeña a la que tendría que haber cuidado, pero mira la ella ahí y yo aquí esperando a que habrá sus preciosos ojos azules. Me gustaría tanto ocupar su lugar...
Llevaba más de 24 horas sin dormir, mis párpados querían cerrarse pero yo convatia contra el sueño, quería ver su rostro no podía perder el tiempo durmiendo. De pronto su madre entro tenia los ojos rojos e inchados en seguida comprendí que había estado llorando, yo todavía no había llorado me había mantenido fuerte, no podía ser vulnerable, tenia que ser fuerte por ella. Le di una mirada de seguridad a su madre, que me sonrió como pudo. Comprendí que era hora de dejarla sola con su hija, no podía quitarle el puesto, aunque quería estar cerca de ella.
Salí de la habitación y en el momento que pasé por la puerta y la cerré me caí de rodillas en el suelo y lloré como nunca, lloré como un niño pequeño cuando le quitan su juguete nuevo, lo que pasaba es que esto no era un juego ni un juguete, ni nada tonto, era ella.
Esa amiga que había cuidado de mi y me había protegido, la que me había sonreído cuando había notado que yo estaba mal sin ni siquiera decírselo, la que me entendía con tan solo una mirada, con la que había reído y chismorreado, a la que había abrazado para no sentirme tan sola. Era ya parte de mi y no podían arrebatármela. ¡NO PODÍAN!
El medico vino ya con los resultados de las pruebas anteriores, venia con paso ligero y con un brillo en su mirada, era una buena señal, no dude en levantarme y en entrar para enterarme de los resultados con la esperanza de que todo fuera bien. Entonces el medico observo a mi querida hermana y después a mi madre, por que ya era como una para mi.
-Se va a poner bien- siguió con su enorme explicación pero yo ya no escuchaba más, con tan solo 5 palabras ya era la chica más feliz del mundo. Caí en el suelo de la habitación y comencé a llorar.
Pero esta vez de felicidad.
n n n Hoy es un día bonito para vivir.
Pablo
Hace 3 años
2 comentarios:
no me gustan las despedidas, por eso adoro tambien esa 5 palabras*
un abrazo y unos besos confitados*
Hermoso, hermoso el final, pense que iba a terminar mal.. Es una sensacion en el alma de alivio increible.. =)
Carpe Diem =)
Un beso!
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